Jungkook y Jimin.
Hay un aroma en el aire que los hace sentir seguros.
Hay un aroma que se filtra por sus fosas nasales y llega hasta sus pulmones. Jungkook se llena del aroma a frutos, lo siente en cada parte de él y su alfa está más que encantado.
La habitación huele a ellos, las mantas huelen a ellos y las almohadas también. Hay ropa tirada en el piso y una fresca brisa mañanera entra por la ventana, el sol está en lo más alto y un suave rayo entra a la habitación e ilumina los suaves rizos de Jimin.
Jimin, quien descansa sobre el torso de Jungkook, con la mejilla pegada a su pecho, sus pestañas hacen cosquillas en la piel del castaño, pero el alfa solo observa su rostro suave y tiene tantas ganas de besarlo. Sus labios lucen rojos y apetecibles y todavía tiene el sabor a fresas en la punta de la lengua, pero Jungkook quiere más.
Acaricia suavemente, por debajo de la camiseta, la espalda de Jimin de arriba abajo. Pasa su mano por toda la extensión de piel tibia y cuando llega a la curvatura de su trasero, vuelve a subir porque no cree que debería tocarlo sin su permiso, así que aleja su mano, aunque desea apretar la tierna carne.
El alfa fue el primero en despertar, sabe que nunca ha dormido mejor, porque ahora lo hizo estando con un cuerpo pequeño y caliente a lado de él.
Aún recuerda la noche anterior.
Jungkook recuerda el cuerpo de Jimin, como sus manos encajaban bien en su cintura. Recuerda sus caderas, sus muslos y sus piernas rodeándolo. Recuerda sus labios y sus manos suaves, recuerda todo lo que puede hacer con su boca. Recuerda los gemidos, suaves y altos.
Sus ojos se cierran por un momento y lo único que ve es el rostro sonrojado del omega. Lo ve debajo de él, lo ve sudado y con los ojos brillosos, lo escucha jadear y se siente real de nuevo.
Tal vez debería dejar de pensar en eso.
Y es que simplemente no puede dejar de pensar en Jimin. El omega del que está enamorado, el chico que ahora duerme sobre él.
Y ahí, en esa tenue y dulce habitación, Jimin parece su omega. Su alfa lo reclama, él no lo entiende. Lo desea tanto que es imposible mantener sus manos quietas un solo segundo, pero se siente como si fuese suyo y no sabe qué tanto le gusta ese sentimiento.
Escucha un suave ronroneo justo cuando el cuerpo del omega se remueve encima de él y lo que ve después lo tiene sonriendo como un idiota mañanero.
Hay un puchero en los labios del más bajo, sus ojos están entrecerrados y su cabello está bastante desordenado, pero sigue luciendo maravilloso. Y cuando Jungkook aspira profundamente, se da cuenta que también huele maravilloso.
Jimin talla sus ojitos un momento antes de parpadear y abrirlos por completo, el rostro sonriente de Jungkook fue lo que terminó por sonrojarlo.
—Buenos días, cariño —saluda el alfa.
Jimin piensa que está soñando, Jimin cree que sigue viviendo en una ilusión porque esto no puede estar pasándole.
Su voz no sale, parece haberse quedado sin habla porque él en verdad quiere decir algo, lo que sea. Pero no encuentra su voz y él pasa de sonrojarse a palidecer porque de un momento a otro llegan los recuerdos borrosos de la noche anterior.
Jungkook. Él. Él y Jungkook. Jungkook y él.
En su habitación, en su cama. El alfa anudándolo.
Jimin quiere desaparecer. Así que se levanta torpemente de la cama y por suerte, está vestido.
Jungkook no entiende el cambio del omega, pero nota un ligero toque amargo en el aire y algo le dice que Jimin no está del todo bien. Cuando se reincorpora en la cama del rizado, este da un paso hacia atrás.
—¿Jimin? —pregunta con preocupación—. ¿Pasa algo, pequeño?
—Y-Yo... —él niega con su cabeza y cierra sus ojos en un intento de concentrarse—. Solo... sal de mi habitación, por favor.
Jungkook siente a su alfa agitarse y de repente quiere envolver a Jimin con sus brazos y no dejarlo huir. Su corazón martilla y su pecho se aprieta de solo imaginarlo enojado con él.
¿Estará molesto? ¿Fue demasiado desagradable? ¿Jimin se arrepentía? ¿Dejaría de hablarle para siempre?
—¿Jimin? Omega... no entiendo, ¿hice algo malo? —su alfa ya estaba demasiado intranquilo. Él no contestó, solo se abrazó a sí mismo y sacudió sus rizos.
—Necesito estar solo —respondió sin mirarlo—. Uhm... ¿Puedes dejarme solo un momento? —Jimin le dedicó una sonrisa triste—. Por favor.
Así que el alfa asintió, desesperado. Buscando tranquilizar a su omega.
—Por supuesto —aceptó Jungkook, levantándose por completo de la cama y dejando un fuerte rastro de whisky a sus espaldas.
Salió de la habitación después de haberle dado una ligera sonrisa a Jimin, solo sintiendo como su lobo, inquieto por mantenerse junto al omega, aullaba y se removía con dolor y confusión.
La puerta se cerró detrás de sí mismo.
Sus ojos lagrimean, su nariz pica y siente como está embriagándose de nuevo con el olor de Jungkook.
Pero Jimin no sabe reaccionar, no sabe cómo afrontar el hecho de que estuvo con él.
Estuvo con Jungkook, el alfa lo anudó la noche anterior, quiere ponerse a llorar porque gimió su nombre una y otra vez y rasguñó su espalda hasta dejar marcas.
Siente vergüenza de solo recordarlo. Pero después de eso viene este extraño sentimiento que le provoca el pensar si Jungkook siente algo mínimo por él.
Si lo que pasó, los besos, las caricias, las palabras tiernas, significaron algo para el alfa o solo era la mente de Jimin engañándose una vez más. Si Jungkook lo sintió tanto como él, si lo deseó tanto como él.
Su omega jadea por estar de nuevo con el alfa, pero él no se mueve de su lugar. Solo camina por la solitaria habitación hasta que por fin sostiene la almohada que utilizó Jungkook. Se la lleva directamente a la nariz, y su aroma tan delicioso y embriagante están jugándole una mala pasada porque no sabe si quiere llorar de frustración o porque lo extraña tanto que comienza a doler.
Su omega lo quiere junto a él, lo llama su alfa, lo reclama como suyo y está más que dispuesto a pertenecerle también.
Eso asusta a Jimin. No, él no quiere pertenecerle a nadie, pero con Jungkook... incluso con él, la idea no le disgusta.
Estar con Jungkook tiene un sabor, un alcohol dulce que no logra ser empalagoso, un alcohol que se vuelve atrayente y es casi imposible dejarlo.
Estar con Jungkook significa tocar el paraíso con la punta de los dedos y querer permanecer en él después de estar consciente que no existe nada más maravilloso en el mundo.
Tan solo se abraza a la almohada que aún conserva ese aroma tan familiar y sus ojos inconscientemente se cierran hasta que Jimin cae profundamente dormido.
Recuerda soltar un sollozo involuntario y hacerse bolita entre las mantas de la cama antes de caer nuevamente entre los brazos de Morfeo.
✧✦✧
Jungkook está nervioso.
Nervioso, triste y atemorizado. Su pecho no ha dejado de doler y sus manos pican por sostener a Jimin otra vez.
Su lobo gruñe malhumorado porque lo han separado de su omega y él está evitando a toda costa hacer un escándalo en el supermercado porque todas las cajeras parecen estar odiando su trabajo y la extrema lentitud en sus movimientos está comenzando a estresarlo.
Pero justo cuando es su turno y está avanzando, hay un cuerpo caminando apresuradamente hacia él. Jungkook no se da cuenta hasta que siente como un cuerpo se estrella contra él, haciéndolo tambalear.
Hay algunas cosas que resbalan de sus manos y él suelta un bufido, por suerte ninguno de los artículos que llevaba ha resultado dañado, así que puede estar tranquilo.
Pero solo lo es por el momento, porque cuando sus rodillas se flexionan para ayudar a la chica que está arrodillada en el suelo, sus ojos se abren.
Ella lo mira de vuelta y sonríe con incomodidad.
—Jungkook —saluda con timidez—. No esperaba encontrarte aquí.
—Yo tampoco, sinceramente —dice el alfa, después de aclararse la garganta—. ¿Necesitas ayuda con eso? —pregunta serio, con sus ojos viajando a lo que tenía en manos.
Y si ya había estado tenso de solo encontrarse a una de las omegas con las que había follado, ahora lo estaba más, pues en sus manos llevaba leche de fórmula junto con algunos paquetes de pañales.
Su alfa dejó de removerse y en su lugar, comenzó a negar velozmente. Jungkook palideció de solo pensar en aquella posibilidad.
—Uhm... tengo que preguntar —comenzó él, mirando a la omega fijamente para luego bajar la vista hasta lo que estaba llevando—. Eso es... es para...
La chica pareció entender y tan solo soltó unas risitas.
—Oh, no —dijo ella, con una extrema seguridad—. Es para el bebé que acaba de tener mi hermana, le ayudo en lo que puedo —aseguró la omega rubia.
Eso tranquilizó un poco más a Jungkook. Solo un poco, el susto que había pasado no lograría irse tan rápido.
No después de creer que había dejado embarazada a una chica, después de creer por un momento que había tenido un cachorro con alguien que no era su omega.
Su omega...
¡Jimin! Tenía que llegar rápido a casa.
—En fin —la chica lo sacó de sus pensamientos—. Me dio gusto verte, Kook —ella se acercó y dejó un casto beso en la comisura de sus labios, tan pronto como lo hizo, el alfa lo limpió antes de que se diera cuenta y trató de disimular con una sonrisa tensa—. ¿Sabes? Podríamos repetir lo de la última vez, seguramente...
Y eso solo hace que la mente del ojiazul viaje hasta la noche que compartió con esta chica frente a él. Se prometió no volverse a involucrar con alguien así, no después de que ella hiciera comentarios hirientes luego de que Jungkook, por accidente, haya mencionado estar interesado en un omega varón.
—Lo siento —la cortó Jungkook—. Eso no pasará, yo... estoy con alguien ahora. Y sinceramente, él me hace muy feliz.
Así que la chica transformó su rostro a uno de sorpresa y luego a uno de incomodidad. Pero el alfa no se quedó más en el lugar y caminó por el supermercado hasta encontrar una caja lo más alejada posible de la omega.
Terminó pagando todo y para su suerte, no volvió a verla.
No tardó demasiado tiempo en llegar a casa. Seguía igual de solitaria y silenciosa, Jihyung no regresaba aún de su cita y él supuso que no dejaría pasar una oportunidad como esa, así que seguramente no llegaría hasta más tarde.
No escuchaba ruidos por ningún lugar. Esperaba ver a Jimin sentado en el sofá o escribiendo en la cocina, pero solo fue recibido por la extraña sensación de tranquilidad.
Caminó por la casa, tratando de hacer el mínimo ruido para tratar de distinguir si Jimin estaba en su habitación. Sin embargo, no hubo resultado, tan solo escuchaba las manecillas del reloj que tenían colocado en una de las paredes de la sala de estar. Fuera de eso, Jungkook podría fácilmente pensar que estaba solo, sin embargo, su alfa sabía que, subiendo las escaleras, se encontraría con el lindo omega de Jimin.
Así que preparó todo en la cocina, asegurándose que estuviera perfecto y en orden.
Había comenzado a sudar y un leve picor se acentuaba en la punta de su nariz. Estaba nervioso, desde que salió de la habitación del menor, no había dejado de sentirse torpe y triste, creyendo que había hecho algo mal. Eso no se lo perdonaría nunca, lastimar a su pequeño de ojos verdes y pestañas largas.
Así que salió lo más rápido que pudo de la casa y se dedicó a buscar cosas para el omega.
Cuando tuvo todo listo, subió con pasos temblorosos hasta llegar al cuarto de Jimin y tocó la puerta con suaves golpeteos.
Esperó pacientemente, pero su sonrisa se fue borrando cuando no escuchó pasos acercándose y su nerviosismo comenzó a aumentar.
—¿Jimin? —ya había comenzado a golpear el piso con su pie en un tic nervioso—. Y-Yo... vine a hablar contigo, sé que... sé que me dejé llevar la noche anterior, solo quiero disculparme si te causé alguna incomodidad —Jimin seguía sin abrir—. Entiendo si estás enojado conmigo, jamás quise hacerte sentir incómodo o inseguro, omega. Jamás tendría la intención de hacerte daño, ¿podrías abrir la puerta para poder disculparme? Mi alfa está regañándome y ya no pue...
Jungkook pegó un brinco cuando la puerta fue abierta casi en su totalidad y un Jimin despeinado se asomó, parpadeando para eliminar los rastros de sueño, lo miró con los ojos entrecerrados.
—¿Kook?
El ojiazul volvió a sonreír.
—Hola, cariño —saludó, deseando tomar el rostro adormilado del omega para besarlo—. Creí que... pensé que estabas enojado conmigo.
Jimin enrojeció y negó lentamente con su cabeza.
—Uhm, estaba dormido —el rizado se encogió de hombros y después miró lo que Jungkook sostenía entre sus brazos—. ¿Necesitas ayuda con eso? ¿Saldrás a algún lugar?
El omega de Jimin se encogió de solo pensar en Jungkook llevándole esas cosas a alguien más.
—De hecho, venía a verte a ti —explicó el alfa con timidez—. ¿Puedo pasar? Prometo mantener mi distancia si no te sientes seguro.
Jimin estaba indeciso, pero cuando quiso abrir más la puerta para que Jungkook se adentrara, un aroma desconocido llegó hasta su nariz y soltó un jadeo involuntario. Su rostro se contrajo y casi quiso gritar y golpear a Jungkook.
Su omega comenzó a inquietarse y ahora solo salían lloriqueos bajitos cuando no supo reconocer el olor con el que habían cubierto a su alfa.
No, no. Jungkook no era su alfa.
Si lo es, es mío.
—¿Jim? —preguntó el castaño cuando notó el cambio en el aroma de Jimin—. ¿Sucede algo? ¿Quieres que me vaya?
El omega arrugó su nariz y dio un leve asentimiento con su cabeza.
—Alguien te marcó con su aroma —mencionó, tratando de que la tristeza no se filtrara por su voz—. Una omega te ha marcado y yo... uhm, lo siento. No quiero ese aroma en mi habitación.
Jungkook enrojeció hasta las orejas y se golpeó mentalmente porque sin saberlo, había llevado un aroma extraño al lugar de Jimin. Eso sería una gran ofensa. Ahora maldecía por completo a la chica del supermercado.
—Bórralo —pidió de inmediato.
—¿Disculpa?
—Borra este aroma —Jungkook dio un paso al frente, quedando más cerca de Jimin—. Márcame con el tuyo, amor.
Y el omega, quien sentía sus piernas temblar y su corazón acelerarse, solo se levantó de puntillas y abrazó a Jungkook por los hombros, pasando su nariz por el cuello del alfa y llenándolo de su aroma hasta que no quedó rastro del olor dulzón y desconocido.
Jimin terminó por relajarse cuando Jungkook por fin olía como él, cuando por fin se sentía suyo. Fue entonces que terminó el abrazo y le regaló una sonrisa tímida, invitándolo a pasar.
El alfa se adentró en la habitación justo cuando Jimin tomaba asiento en su cama y entrelazaba sus propias manos, esperando pacientemente por lo que tenía que decir Jungkook.
Los orbes azules del alfa se fijaron en él y quizá lo imaginó, pero juraría que vio un destello en ellos.
Jungkook tomó una gran respiración.
—Estoy enamorado de ti.
Jimin le devolvió la mirada, sin tener alguna idea de qué responder, pues de repente, las palabras se atascaron en su garganta y su lobo comenzó a removerse de felicidad.
Jungkook estaba enamorado de él. ¿Estaba soñando acaso? Jungkook, el alfa con el que había soñado despierto durante días enteros, el alfa que le preparaba el desayuno y con el que veía comedias románticas. El chico que le daba los buenos días al despertar y el chico que algunas veces le ayudó con sus ejercicios de álgebra.
Ese mismo chico que estaba de pie frente a él, sosteniendo una canastilla con frutos y unas flores blancas. El mismo chico que quiso desde el principio, con el que pasó la mejor noche de su vida.
Jimin estaba igual de enamorado que él.
—Estoy enamorado de ti, Jimin —repitió Jungkook, cuando no obtuvo respuesta alguna del menor—. Estoy tan perdidamente enamorado de ti que sentía que iba a enloquecer en cualquier momento por no decirlo. Y sinceramente, no sé porqué no lo dije antes, sé que soy muy cobarde cuando se trata de ti, porque eres el omega más perfecto que he conocido y yo... no lo sé, no creía que alguna vez te fijarías en alguien como yo. Y quiero decirte que lo lamento mucho si en algún momento te hice sentir inseguro conmigo. Yo jamás, jamás podría hacer algo para lastimarte, omega. Sé que me dejé llevar la noche anterior, no estaba muy seguro si querías esto y en verdad lo siento mucho si te falté al respeto. Mi alfa ha estado gruñéndome todo el tiempo desde que me fui porque cree que hemos sido idiotas contigo, ¿podrías perdonarnos?
Jungkook ya había comenzado a temblar, su voz rasposa había logrado salir, pero él creyó que en cualquier momento se arrodillaría ante Jimin para pedirle disculpas. De igual forma, a él no le molestaría hacer eso, solo por el menor.
Y antes de que sufriera un ataque al corazón por las emociones tan fuertes, el omega se puso de pie y caminó tranquilamente hacia él.
El rizado lo tomó por las mejillas antes de juntar sus labios con los de Jungkook en un beso tierno y sencillo, solo una presión de sus bocas juntas. El alfa fue tomado por sorpresa, pero sostuvo la canastilla con una mano y con la otra pudo tomar la cintura del omega con posesión.
Jimin se separó, con una brillante sonrisa en su rostro.
—También estoy enamorado de ti, alfa —volvió a dejar un beso en sus labios—. Estoy muy, muy enamorado de ti. Y jamás creí que esto alguna vez pasaría, pero no tienes que disculparte y yo no tengo nada que perdonar —acarició con adoración la mejilla del mayor—. Fue la mejor noche de mi vida, me hiciste sentir cómodo y amado, nunca podría arrepentirme.
Jungkook se relajó ante el gesto e inconscientemente se inclinó por más, ronroneando como un gatito pequeño.
—¿De dónde has salido, Park Jimin? —preguntó con un tinte de sorpresa en su voz—. No puedo creer que seas real, alguien tan hermoso como tú no puede serlo, cariño.
El mencionado soltó unas risitas nerviosas y volvió a dejar un besito en la mejilla de Jungkook antes de tomarlo por la mano y guiarlo hasta la cama.
Antes de que el alfa pudiera mencionar una palabra, Jimin cruzó sus piernas y acarició su nariz en un tic nervioso.
—¿Fuiste con... con alguien? —preguntó con precaución—. Quiero decir, ¿estuviste con alguien antes de venir aquí?
Jungkook tragó saliva y negó velozmente, definitivamente no quería darle esa imagen a su omega.
—No, salí a hacer unas compras y accidentalmente me topé con una chica que conocía, tal vez me marcó con su aroma sin darme cuenta —explicó, pero al ver el rostro de inconformidad de Jimin, comenzó a negar rápidamente—. Yo... nunca la hubiera dejado hacerlo, nunca dejo que me marquen con su aroma.
El omega enarcó una ceja y se preguntó si Jungkook estaba mintiendo porque él recuerda todas esas veces en las que el alfa llegaba a la casa oliendo a distintos aromas dulzones. Él no quiere recordarlo, pero lo hace, porque recuerda como su pecho se apretaba y sus ojos aguantaban las lágrimas por no sentirse suficiente para el castaño.
—¿No dejas que lo hagan? —vio al mayor negar con su cabeza—. Dejaste que yo lo hiciera.
Jungkook sonrió y tomó con timidez la mano del omega para besar sus nudillos.
—Eso es porque me gustas —declaró firme—. Y tu aroma es maravilloso, deseo llenarme siempre de él.
—Oh, alfa —las mejillas de Jimin se tornaron de un leve color rosáceo—. Creo que estás exagerando un poco.
—No lo hago —se apresuró a aclarar Jungkook—. Hablo en serio cuando digo que hueles de maravilla —el alfa sonrió de lado coquetamente antes de agregar—. Y también sabes de maravilla.
—¡Jungkook! —el omega ahogó un jadeo.
El mencionado solo rió ante el nerviosismo del pequeño, pero aún así, lo atrajo hasta su regazo para poder abrazar su cintura y respirar el aroma de sus rizos.
—Mmh —Jungkook hizo un sonido con su garganta—. Mi omega, tan hermoso y tan perfecto.
De un momento a otro, la temperatura en la habitación había incrementado un poco, Jimin comenzó a sentir su respiración irregular mientras Jungkook dejaba besos en su nuca y enterraba su nariz entre los cabellos del omega.
—Alfa... —el más bajo se mordió el labio justo cuando las manos del ojiazul apretaron su cintura y luego sus caderas.
Jungkook se separó, no sin antes dejar un besito en su cuello y se inclinó para tomar las flores que había conseguido para Jimin. Las tomó con cuidado y se las ofreció al chico que tenía entre sus brazos. Los pétalos de las delicadas flores blancas reflejaron suavidad en cuanto el omega las tomó.
—Son lirios —explicó Jungkook—. Creí que sería adecuado pedir perdón por mi comportamiento de la noche anterior —el alfa posó su mentón en el hombro de Jimin—. Los lirios también reflejan la pureza de los sentimientos, es lo que siento por ti, amor.
Jimin las tomó entre sus dedos, cuidándolas como si fueran lo más preciado para él.
—Son muy lindas, Kook —murmuró el omega—. Me encantan, muchas gracias —el menor giró su cabeza para poder atrapar los labios del alfa en un beso torpe por la posición y finalizó dejando un último beso de pico.
Jungkook estaba más que feliz por aquellas muestras de afecto tan espontaneas que habían comenzado a aparecer entre ellos. Su mano terminó metiéndose por debajo de la camiseta de Jimin hasta que pudo sentir la piel suave del abdomen del contrario, causándole unas risitas adorables.
Después de las flores, Jungkook volvió a estirarse para tomar la canastilla con los frutos. La colocó en el regazo del omega y sus dedos viajaron por esta misma hasta que tomó una fresa, previamente desinfectada.
La llevó hasta la boca de Jimin.
—Abre —pidió suavemente—. Voy a alimentarte, omega.
Jimin apretó sus labios.
—¿Es necesario?
—Lo es —admitió, pellizcando la pequeña pancita del rizado—. Es mi deber hacerlo. Así que, por favor, abre tu boca, mi precioso omega.
Jimin, aún con las mejillas sonrojadas y una imperceptible sonrisa, aceptó. La fresa se encontró con sus labios en un segundo y tan pronto como sintió la frutilla, sus dientes mordieron hasta que el sabor dulce se pegó a su lengua. Y después de masticar, Jungkook tomó uno de los arándanos para repetir el proceso.
El omega sonrió durante todo el momento que el mayor lo alimentó con los frutos de la canastilla. El alfa se sentía más que enamorado, disfrutaba de ver como los labios del menor se volvían rojos y brillosos, deseando besarlo siempre.
El aroma de ambos se combinó, junto con las risitas juguetonas que resonaron por toda la habitación. Las flores descansaron a un lado de Jimin, mientras este también trataba de alimentar al castaño, quejándose cada vez que Jungkook mordía sus dedos.
—Kook —Jimin llamó. Obteniendo un sonido de afirmación que lo invitaba a seguir—. ¿Puedo preguntarte algo?
—Por supuesto.
—¿Hace cuánto tiempo sabes que estás enamorado de mí?
Jungkook detuvo sus caricias en la cintura del omega y se apartó solo un poco para poder mirar los ojos de su lindo chico.
—Lo estuve mucho antes de saberlo —admitió en voz baja—. Te vi el primer día que vine aquí y lo único que pude pensar fue que eras el omega más hermoso que había visto nunca. Lo sigues siendo —él sonrió, mostrándole sus ojos arrugados a Jimin—. Las semanas siguientes traté de acercarme a ti, pero siempre parecías salir corriendo, así que traté de mantener mi distancia. Pero se volvió difícil porque mi alfa insistía en estar contigo, Muchos meses después, descubrí que estaba enamorado de ti y luego... recibí una foto tuya, que aún conservo.
Jimin se llevó las manos al rostro para tapar su evidente vergüenza y trató de alejarse del alfa, quien reía enternecido por la actitud del más bajo.
—Dios mío —dijo él—. Siento mucho lo de esa fotografía, aún no sé porqué lo hice —Jimin admite—. Tal vez estaba un poco celoso.
Jungkook arquea una ceja y lo mira fijo.
—¿Celoso? —pregunta confundido—. ¿Por qué?
Jimin siente de pronto el mismo sentimiento de inconformidad y quiere gruñir porque siente que Jungkook se está burlando de él.
—Bueno, tú sabes... —el ojiverde aprieta sus labios al pensar en lo que va a decir—. Ayer llegaste apestando a omega.
El alfa palideció. Maldito idiota.
¿Eso era lo que su omega pensaba de él? ¿Había estado llevando aromas desconocidos al hogar de Jimin durante todo este tiempo? Jungkook siempre fue demasiado precavido, trataba de quitar todos los olores antes de llegar a casa, pero pareciera que nunca fue suficiente. Y ahora tenía ese extraño sentimiento de que ha ofendido al que su alfa consideraba su pareja, y no hay peor sentimiento que ese.
Jimin lo mira sin expresión alguna y él comienza a inquietarse, sabe que debe responder, pero desconoce que puede decir para arreglarlo.
—Lo siento —es lo único que dice, demasiado apenado para seguir manteniendo el contacto con el chico frente a él—. Lo siento, nunca fue mi intención traer aromas de otras omegas a tu hogar, y-yo... no sé qué decir, en verdad lo lamento, Jimin.
—¿Dices que estás enamorado de mí, pero estuviste con otras personas todo este tiempo?
Jungkook asiente confundido y parpadea en dirección al omega.
—Bueno, sí. No voy a mentirte —el alfa dice en cambio—. Tuve algunos encuentros con chicas, pero nunca se sintió realmente bien. Es verdad que estoy enamorado de ti, juro que no miento —lo último se escapa de sus labios cuando comienza a sentir que Jimin se aleja—. Es solo que, creí que nunca estarías así conmigo y yo traté de buscarlo en otras personas. Fueron encuentros casuales, nunca intenté algo más.
El rostro de Jimin se ablandó.
—¿Por qué estás dándome explicaciones, alfa? —preguntó, murmurando y dejando que el cariño se filtre por su voz.
—Porque siento que debo dártelas.
—No, no debes —lo corta sorpresivamente—. Tienes la libertad de estar con quien tú quieras, no tendrías que explicarme eso —Jimin le sonríe—. No había pasado nada entre nosotros, es verdad que me dolía un poquito pero... tampoco fui valiente para admitir lo que sentía por ti.
—Fui un idiota —Jeon dice, enterrando su rostro en el cuello del omega—. Lo siento, tampoco admití lo mucho que me gustabas. Lo mucho que todavía me gustas.
—También me gustas, Kook. Mucho.
El castaño olfatea su fuente de aroma antes de dejar un casto beso sobre su cuello y luego apartarse para mirarlo a los ojos. Jungkook lo besa, justo donde sus hoyuelos en las mejillas se marcan.
Y tan solo esperan que puedan sentir el bonito sentimiento que ambos tienen en el pecho, que escuchen los latidos del otro y que sus ojos brillen al mirarse.
Tan solo esperan más momentos como esos, momentos donde Jungkook acaricia el suave cabello de Jimin, donde ambos se recuestan en la cama del omega y entrelazan sus piernas.
Y cuando Jungkook lo besa, Jimin sabe a fresas.
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